13 de
noviembre de 2016
Mañana, rastro,
solecito, etc… Atribuyo que el tiempo sea una construcción humana y lineal —a
un neutrino le da igual que sea noviembre— a que sea imposible modificar el
pasado. No puedo tampoco, jamás podré, corregir las cervezas o las idioteces
de ayer; resulta igualmente imposible disfrutar el presente, entrópico y
dinámico hasta su inaprehensión, ni —claro— gozar un futuro que nunca llega. No
existen las dimensiones: una pared no está a una distancia sino a un tiempo que, al ser percibido por cada persona de una manera diferente —al igual que el
color—, puede que no exista en absoluto o sea una singularidad: que se acerque de
forma constante a un número infinito.
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