jueves, 10 de noviembre de 2016

La obligada compañía del corredor en círculos. Vaciar la piscina

2 de noviembre de 2016 El orden natural

Corro muy rápidamente un circuito corto porque he quedado, así que me doy mucha prisa. Luego estoy once seguidas horas en los bares viendo el fútbol y tomando cerveza. Ninguna de las dos cosas tiene mayor interés. ¿Por qué consigno una y no otra? Es más, ¿por qué consigno alguna? La respuesta es: disciplina. O su ausencia.






4 de noviembre de 2016 Drain the pool

A las seis y media ya es noche cerrada. Cemento húmedo. Oscuridad. Como trotar en una cinta. En un búnker. Cuando uno está solo ansía compañía, cuando consigue compañía busca amistad, cuando tiene amistad quiere amor y cuando tiene amor quiere volver a cualquiera de las otras casillas. Así pasamos el tiempo, de escaque en escaque, haciendo el berzas; en vez de proteger al rey o tapar las diagonales de los alfiles, que es para lo que —se supone— estamos en el tablero.



De una manera u otra todos los días veo alguna gacetilla perogrullesca sobre nutrición o ejercicio. Acabo de terminar una que establece y asevera —lo juro— que el agua no tiene calorías. En serio. ¡Cero! ¡Ninguna! Y que debería formar parte de cualquier dieta. Otra que basta adelantar la cena a las dos de la tarde para eliminar su pesadez nocturna —no, no propone en cambio acostarse a las nueve y media de la mañana para alcanzar igual propósito—. Los artículos que hablan de correr afirman de forma solemne que debe uno evitar completar un maratón el primer día y que es mejor no romperse los ligamentos o fracturarse ambas clavículas. Aprendo mucho. Cualquier día leeré que el ozono, el helio y el nitrógeno están bien; o que deberían poner más carbono en los colegios. O en los niños.


8 de noviembre de 2016 Los homicidios

Otra jornada de engaño a la sociedad. Voy al dentista: que fenomenal —cero euros—. Renuevo el carnet de conducir. Me toca un doctor de los que me gustan: borrachín y charlatán, de película de John Ford, capaz de decirle a alguien en coma que está hecho un toro. Vista de rapaz, reflejos de portero de primera división —dice. Ochenta y cuatro euros—. Luego, con la luz de fundido a blanco de la cellisca, salgo a dar carrerinas. Me parece que estoy absorbiendo y aprovechando la energía del Sol, pero a lo tonto, ya que ninguna vaca me come.



Estoy a punto de cumplir cincuenta años y me acabo de dar cuenta de que no he dado un paseo en mi vida.






















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