martes, 7 de abril de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. La gata Flora sobre el tejado de zinc



6 de abril de 2015






“The drink made past happy things contemporary with the present, as if they were still going on, contemporary even with the future as if they were about to happen again.”


F. Scott Fitzgerald, Tender is the Night.



“La bebida convierte las cosas buenas del pasado en contemporáneas del presente; como si estuvieran ocurriendo todavía. Contemporáneas incluso del futuro: como a punto de volver a ocurrir.”

Suave es la noche.
F. Scott Fitzgerald.





Nos comunicamos con símbolos. Los símbolos son útiles. Los símbolos son necesarios. Pero son peligrosos. Las señales de tráfico son eficaces y funcionales a los lados de la carretera, pero contraindicadas o mortíferas si se ponen en el medio de ella. Se podría decir lo mismo de los idiomas. Todo este sígnico preámbulo viene a cuento ­—nunca mejor dicho— del fin de la Semana Santa, donde santos y cristos estorban y ensordecen literalmente las calles y de que, a pesar de no ser muy aficionado a reliquias y animismos, me ha pasado una cosa preocupante: he pedido —y obtenido— la desgracia. No quería salir a correr, no quería empezar a pintar, no me quería demasiado a mí mismo, así que soluciono todo a la vez cuando, a los ocho minutos de andar por el río dando saltos, tropiezo en una piedra, me pego una hostia tremenda y me incapacito. Elocuentemente me duelen mucho la muñeca y la pierna derecha: herramientas y, al mismo tiempo, alegorías de lo que andaba buscando: la constatación de que la inmovilidad es imposible y el afán por no hacer nada, contraproducente. Pero sobre todo me jode empezar a creer que merezco lo que me pasa, y no por la carga judeocristiana de culpa eterna y expiación imposible —la de toda la vida, vaya— sino por ansia de ser acusado, juez, jurado y verdugo de mí mismo y de aplicarme castigos simbólicos. Me cago en todo.

¿Que cómo escribo o dibujo? Con gran dificultad y dolores. Ni mejora ni empeora el resultado. Me dan ganas de darme. Otra vez.




2 comentarios:

  1. ¿A cuántos artistas admira usted que fueran prósperos y felices? Aproveche estos momentos de dolor y aflicción, y refléjelo con sus vivencias, plásmelo con espátula y aguarrás, con adverbios y metáforas.

    Y si no, aproveche para vivir lo que los zurdos experimentamos desde que nacemos. Del sufrimiento surge el arte, y si no pregúntele a Van Gogh o a Rembrandt (no, Warhol no vale).

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    1. Maltrataba, como Yahvé a Job, el Don Berrinche de Peñarroya a un pintor con el argumento de que "entre mendrugos, creará obras maestras".
      Yo soy más de la escuela de Rafael o los expresionistas abstractos: de juntarse con los ricos. La crítica social saldrá. O no.

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