martes, 24 de marzo de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. Agitprop



23 de marzo de 2015



Domingo por la mañana. No corro. Lo dejo para después. Con el propósito de salir de mi autoexclusión y aislamiento —y por conciencia cívica— acudo a una manifestación. La primera de mi vida. No familiarizado con los protocolos y coreografías de estos actos me parece corta, fatigosa —hay que andar despacito—, de muy breve estrépito y, en suma, civilizadísima. Acabamos todos, según parece, pidiéndole explicaciones a la Catedral de León, que escucha pacientemente dos delirantes manifiestos sobre La Dignidad, Las Raíces, La Mujer y hasta sobre Mayakovsky. No se dice nada, en cambio, de la pasta que las dos maléficas empresas —era una manifestación 2x1— contra las que habíamos hecho la romería debían —y deben— a sus empleados.


Entre las tres mil personas que pululamos la protesta no se encontraba, es curioso, ni uno solo de los gobernantes actuales, aunque sí muchos de los que aspiran a serlo en un futuro. Quizá los prebostes reales estaban contemplando y alentando la media maratón que se precipitaba esa misma mañana por —evidentemente— otro recorrido. Los corredores de medias maratones urbanas no piden nada ni citan a futuristas rusos: incluso pagan por participar.









No hay comentarios:

Publicar un comentario