miércoles, 17 de diciembre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Los cuerpos extraños



17 de diciembre de 2014



Cuando me chuleaba, como Ozymandias, de mi progreso y vigor (¡quién me ozymandaría!) fui fulminado por un virus (ante el que me descubro) más fuerte que yo. Veinte días de enfermedad y celebración posterior de su derrota. Veinte días amortiguados y submarinos. Echaba de menos mis cinco sentidos. Hoy salgo a recuperarlos. Sin demasiado éxito. Aunque gano algo de terreno y no vomito casi nada.

Se acaba el año y menudean los consejos sobre qué se debe hacer. Tarea que a mí me lleva los trescientos sesenta y cinco días. Recuerdo el (único) consejo del norteamericano John Huston sobre la vida en general: no fumar mientras uno tenga neumonía. Esta sola y conclusiva sabiduría sirve también como comportamiento adecuado durante, por ejemplo, las cenas de empresa, ceremonia de tránsito, al parecer, obligada y numerosísima sobre la que llueven las admoniciones. Mis cinco consejos para terminar un año e incluso para empezar otro serían estos:




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Se recomienda disfrutar de salud. Sin importar lo que digan los demás.

· Ejecute, siempre que pueda, actos beneficiosos en lugar de perjudiciales para usted u otros.

· No cometa genocidio. Aunque se lo pidan con insistencia.

· A ser posible evite, sobre todo, escribir la palabra vivencias.

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Resulta deseable tener una empresa con la que celebrar cenas.









martes, 9 de diciembre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. El hombre que dio una vuelta completa al Sol montado en un planeta



7 de diciembre de 2014



El día uno de diciembre, lunes, después de un escuálido y tutelado cumpleaños (cuarenta y ocho), caigo enfermo. Mocos, náuseas, desorientación, tos productiva e improductiva, calambres, paracetamol, dolor muscular y articular, flemas, fiebre… Imposible superar el perfecto sintagma malestar general.

Toda mi jactanciosa fortaleza derribada por el suelo gracias a un virus singularmente tenaz que me tumba durante ocho días. Debilucho y convaleciente (he llegado a dormir, tembloroso, al lado de media cebolla picada) compruebo que la vida es un exilio en el que sólo se viaja y jamás se regresa. En estas edades algunos hombres se preguntan si han desperdiciado su tiempo y su talento. Algunos. No yo. Yo tengo la certeza absoluta.





La mañana de mi cuadragésimo octavo cumpleaños. Último contacto con el mundo del deporte. Además, falso. A pesar de la memorabilia de alrededor no estamos comentando fiascos de la Cultural y Deportiva Leonesa, sino hablando de porno virtual japonés (en serio). Me encanta la ponderada expresión de Francisco García Nubedocs (a la izquierda, en pelirrojo) que podría traducirse lo mismo por un "lo que sabe este fulano" que por un "qué estará diciendo este anormal".
Foto: Susana Llorente.