sábado, 15 de noviembre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Cracked actor



11 de noviembre de 2014


Termina abruptamente este extraño verano de seis meses, como si la ciudad entera, situada en la espalda de una enorme bestia meridional, se hubiera despertado y reorientado hacia el septentrión de repente: al antiguo, crujiente y tenaz frío. Cambio de equipamiento y de tiempos y distancias. No tiene que ver con la climatología, claro.

Trato aquí de relacionar la disolución de la personalidad con el ejercicio, el ejercicio con la persecución: del consuelo por la inercia y comprender si resulta trágica o reconfortante la imposibilidad de que uno vea su propio rostro. Mi mujer me dice que no tiene ni puta gracia. Ya.

Nos pasamos la vida en sociedad haciendo comedias. Interpretando. Es agotador si uno se molesta. Envidio a la gente que, en público, aparece muda o estupefacta, sin esforzarse en caer bien, en convencer o simpatizar. Los espectadores. Que contemplan.

Nuestra cara, que no distinguimos más que en imágenes o reflejos, es a la vez el logo y el producto. La voz, el cuerpo… ¿es el mensaje? ¿Qué distancia hay entre la realidad y lo que ven? Dice Vonnegut
«somos lo que simulamos ser, así que debemos llevar cuidado con lo que simulamos ser»*. ¿Qué simulo ser dando carreras o pintando o dibujando o dando voces? A mí me parece que un imbécil. Igual estoy llevando a cabo un gran trabajo.



*Kurt Vonnegut. “We are what we pretend to be, so we must be careful what we pretend to be.” — from Mother Night.

El asombroso por lo nulo desgaste de las suelas de mis zapatillas, hoy. Después de dos años y pico.













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