miércoles, 26 de febrero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. De mesetas y muertes pequeñas



25 de febrero de 2014




A pesar de la creencia generalizada, la actividad sexual no se reduce sino que se amplía y dilata en la mediana edad. Los orgasmos, si bien menos intensos, se multiplican y no se limitan a la actividad reproductora sino que se desplazan a numerosos momentos del día como al levantarse o sentarse (más notorios cuanto más mullido sea el ámbito donde uno ponga los cadriles), al rascarse el lugar donde estuvo el elástico de los calcetines, al meterse en la cama (a dormir) o al desperezarse en general. Estos pequeños y agónicos gemidos o petites morts (muy limitados en tiempo y circunstancias a edades más jóvenes) nos acompañan mientras atravesamos toda la jornada.

Se puede decir que el cuarto signo del carcamal son los ruiditos. Después de mi media hora y mis cinco kilómetros emito muchísimos. Y antes.






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