lunes, 16 de diciembre de 2013
La obligada compañía del corredor en círculos. El Señor llega
16 de diciembre de 2013
Decía William Faulkner que no le gustaba California en general y Hollywood en particular. No le gustaba el clima ni las personas ni cómo vivían. Afirmaba que nunca ocurría nada y que una mañana te levantabas y tenías sesenta y cinco años. ¿Podría decir yo lo mismo de León? Hombre, siempre sería el primero que lo comparara con Hollywood. Iba más bien porque he cerrado los ojos un momento y han pasado once días (y casi cincuenta años). Así que, temiéndome lo peor me voy al tenebroso Bernesga y hago mis treinta minutos largos y mis cinco kilómetros cortos. Bueno. Respecto a lo demás tampoco siento gran entusiasmo por la gente de aquí, su modo de vida, lo que ocurre o el clima (un poco extremo). Pero me ha pasado en otros sitios.
jueves, 5 de diciembre de 2013
La obligada compañía del corredor en círculos. El profesional
5 de diciembre de 2013
Parecen haber desaparecido los vagabundos. Espero que no hayan muerto congelados (la hoguera no era muy grande). Ya no huele a gasoil. Queda un frío poderoso, la lobreguez habitual (cuando llego a casa las luces del baño me deslumbran y me dan ganas de ducharme con gafas de sol) y… ¡niebla! Este meteoro hace lo que puede por refractar la escuálida sombra de las farolas (refracción es cualquier cambio en la dirección de una onda cuando cambia de medio) pero sin convicción. Refracción sin convicción. Juá, juá. Ya me está dando otra vez la chaladura por hipoxia de los alpinistas.
Debería (cuánto tiempo sin utilizar esta forma verbal; por lo menos veinte líneas) salir por las mañanas e ir al gimnasio. Soy socio de una sociedad atlética desde hace tres o cuatro décadas. Podría utilizar sus modernas e higiénicas instalaciones para oxigenarme y bufar y estirarme y encogerme. Así mis crónicas serían más luminosas. Y también podría reírme de otras personas. Porque ahora a las ocho de la tarde por las orillas del Bernesga no hay ni un alma. O igual sí, pero no las discierno.
La obligada compañía del corredor en círculos. Smells Like Teen Victory
3 de diciembre de 2013
Después de celebrar fluidamente mi cumpleaños (tengo cuarenta y siete años, mido uno ochenta, peso noventa kilos…) vuelvo a las impenetrables tinieblas del Bernesga. La ausencia de piras sacrificales se compensa con un intenso olor a gasoil que podría simbolizar con su evocador poder sinestésico… no sé… Todo.
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