martes, 29 de enero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Blood on the Tracks



29 de enero de 2013


Era inevitable: ayer salí tarde (a las nueve de la noche) y vi a dos corredores que iban con luz por las orillas del río. Un evidente latinoamericano con una especie de casco de minero y una señorita con una pequeña linterna. Lo curioso es que hoy, sobre las ocho, cuando hay exactamente la misma iluminación (ninguna) nadie llevaba estos abisales dispositivos. Traté de ir detrás del hombre del Cono Sur y aprovecharme no sólo de su rebufo sino de su estela, pero iba zumbado. Anímense, señores, llevemos focos, bujías, candelas y farolillos al Bernesga y convirtamos sus lóbregas riberas en una fiesta gay. Más que nada porque si esperamos por el Ayuntamiento nos va dar el verano.

Lo de hoy: salgo sin ninguna gana y corro poco. Y me canso muchísimo. Esta debe ser la fase de los quince días sin fumar: uno se encuentra mal porque no fuma y ansía y rabia; pero si fuma se siente muchísimo peor y lamenta y plora y se agobia y se desanima. ¿El espíritu está pronto? Yo qué sé.


Sigo pensando en ideas para la contra del libro.






lunes, 28 de enero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Vanitas




28 de enero


La energía de las personas se produce como resultado de la descomposición de los carbohidratos, grasas y proteínas de un enlace químico dentro de una pequeña molécula, llamada trifosfato de adenosina, en cada célula del cuerpo
. El ejercicio moderado y constante quema grasa, el ejercicio aeróbico, explosivo o repentino quema glucógeno y proteínas. La práctica continua de un ejercicio aeróbico hace que se use cada vez más grasa y menos carbohidratos (que son almacenados como glucógeno).

Dicho de otra manera: una persona haciendo ejercicio no se queda nunca sin grasa pero sí sin glucógeno, aminoácidos, ácido láctico o glicerol. La buena noticia es que con la grasa que tenemos podemos correr casi indefinidamente (en mi caso, seguramente hasta Tarifa). La mala noticia es que no extraemos la energía de la grasa sin entrenamiento; y que al cabrón del organismo le gusta mucho conservarla y prefiere quemar todo lo demás antes de empezar con ella. Por eso los atletas no se avituallan con panceta.

Todos estos datos no me amohínan. Hoy he corrido mucho rato y me he cansado poco. Y eso que temía lo peor: ayer vi tres partidos de fútbol con sus cervezas correspondientes AUNQUE sintiéndome enormemente contrito. Es posible que el remordimiento queme ácidos grasos y lo de que la culpa le devora a uno por dentro sea literal. Si hubiera campeonatos de esto, de no disfrutar nunca de nada, creo que ya lo tengo dicho, sería invencible.


La foto de verdad de la contra del libro (no, todavía no ha salido; ya les avisaré muchas veces). Quería hacer una gracia, así, descontextualizando y tal, y ponerme a mí mismo corriendo con un libro en la mano o bien (como ha sido el caso) con leotardos, zapatillas y sudadera, pero en una biblioteca, fumando en pipa o algo parecido. Al final, me temo, he caído en la típica foto de solapa. Como la de Más rápido que la velocidad del amor, del perro Brian Griffin (es el de la derecha).








jueves, 24 de enero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Canto general



24 de enero de 2013

Me he estancado. Y me extraña. Debería haber vuelto a la casilla de salida hace tiempo. No entiendo cómo consigo correr media hora. Aparte de que engullo y bebo como un instalador de aire acondicionado, paso más tiempo (pero mucho más) escribiendo sobre el asunto que haciéndolo. Parezco un autor de novelas eróticas. Hasta he publicado un artículo acerca de los indios tarahumaras, personajes de los que no hace ni dos semanas desconocía su mera existencia.

Mi semejanza con los literatos sicalípticos no acaba ahí: esto va a salir en forma de libro y tengo un editor muy serio; así que ha habido días en que estaba leyendo y corrigiendo y volviendo a leer mis propias hazañas en vez de dar tumbos por ahí como es mi obligación.
En efecto, esta desesperada invitación a la inmovilidad por entregas va a salir en modo de objeto paralelepipédico con hojas y tapas y la hostia. Las flagrantes omisiones que acumula, a las que no he prestado atención y que me llenan de pesadumbre (el análisis de la relación entre aspecto físico y moral hablado por los griegos, los estudios sobre la gravedad, el límite de la resistencia humana, el sueño y la canción de los aborígenes australianos, las babas, los calambres, cosas así…) serán paliadas, pues, en un segundo volumen exigido por el éxito previsto (por mí) de la primera parte y que empezará con próximas entradas. Me hago mis componendas y paisajes y vivo en mi mundo de fantasía. Hasta he escrito yo el prólogo. Lo mismo me estoy chalando.


Lo que va a ser la foto de la contra. Bueno, más o menos. Nótese que todos los grandes personajes literarios llevan leotardos: Hamlet, Don Quijote, Swann, Fantomas...










miércoles, 23 de enero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Cuando el río crece

22 de enero de 2013

No he salido en cinco días pooor... queee... se desbordó el río. Sí. Por eso. Bueno. No es verdad. Es verdad que el río se desbordó ligeramente. Eso sí ocurrió. Pero no he corrido nada porque soy una persona horrible. Hoy trato de pedirme perdón haciendo el recorrido normal en el frío polar y estirando y  flexionando y resoplando después en bancos llenos de escarcha. Como Rocky Cuatro. O Tres. O el Rocky que hacía el mongolo en la nieve. El que fuera.