lunes, 18 de noviembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Orden de extrañamiento



14 de noviembre de 2013

Ni corro con los demás en hato ni acudo a lugares de personas donde se dicen versos unos a otros. ¿Echo de menos estas gregarias actividades? Pues no lo sé. Supongo que no. Podría adherirme a estos grupos sin problemas; ambos parecen ávidos de gente que haga bulto y les mire.

Últimamente (lo que llaman) La Cultura me da diabetes. De todas formas se celebran dos salvíficos centenarios: el de la escritura de En busca del tiempo perdido y el de Albert Camus (que cumpliría cien años). Sobre Proust leo seguido a dos intelectuales diferentes en la portada digital del periódico más vendido de España. Ponen: “El laberinto de la memoria” y “La vida se hace novela”. Soy más del pomelo de James Cagney que de la magdalena del francés, pero sé una cosa: él no lo haría.

Lo de Camus (me) resulta curioso porque escribí tres o cuatro días antes de los (discretísimos) homenajes una entrada sobre su Sísifo (la del día cinco, está un poco más arriba; más abajo en este caso) sin saber que se avecinaban estos fastos. Para acabar de hacer el tonto me disfracé del gran hombre. Aunque, ahora que lo veo, me debería haber girado ciento ochenta grados porque la luz está al revés. Pero es la única diferencia entre Camus y yo. La única. Sí.







Compárenme con Camus. Venga.









2 comentarios:

  1. Eres un fenómeno, y no hace falta que nadie te compare con Camus, una imagen, o dos, valen más que dos mil palabras... Pero sobre lo de los versos... qué quieres que te diga... ¿que el mundo de la poesía está tan lleno de frikis como el de cualquier otro campo? ya ves la elegancia, ni siquiera he citado el campo del arte, ni el de la chistología, la hipercolesterolemia, el hipertiroidismo, la afasia, los corredores de apuestas, los amigos de los animales, los fans de adidas, los con embudo, los sin embudo, los hipo-posavasos, los tripolares, los fugaces... ¿Que tú eres único y corres solo? Pues sí, seguro... y yo te quiero, Rodera, aunque cada vez sea más difícil coincidir en ningún sitio. La radicalidad es lo que tiene. Pero el frikismo también tiene lo que se merece.

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    1. Oh, la vox humana. Alguien ha escuchado mi grito de auxilio y, como el condenado que agradece el ocasional lixiviado de su sangre con el látigo de siete colas aunque sólo sea por obtener un poco de contacto con sus semejantes, verme incluido en estas degradantes taxonomías me suena a reclamo de gaviota en alta mar. Al familiar graznido que indicaba a Noé que volvía (que estaba ya) en casa. Ah, envidiable representante y defensora de múltiples colectivos, ¿por qué no comparto vasos, tejidos y ventrículos de tu bondadoso corazón?
      Exhibo (aúllo) mi inconsolable aislamiento de sociales y decidores vates, de participativos y facundos titiriteros, de desnudos performers, de innumerables maratonianos porque yo… ansío pertenecer y, ¿qué merezco? ¿Befas y reproches? No, Kokotera. No de tu boca; eres la mano que toca al leproso, la cuchara que alimenta al moribundo y la televisión que da las primeras temporadas de Big Bang Theory al raro.
      Dios te bendiga.

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