jueves, 17 de octubre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Los umbrales del cielo



17 de octubre de 2013



A veces me doy contra un (bochornoso) programa de la televisión local ampliamente patrocinado que se llama Correr es vivir. Disiento. Vivir es todo lo demás. Por lo menos en mi caso. El resto, lo que no es sofocarse ni sudar constituye lo agradable. Hoy salgo por la mañana. Temperatura perfecta. Gris luminoso. Orillas del Bernesga despejadas y espaciosas… ¿Qué no parece fenomenal después? Me pregunto si no me he muerto y no me encuentro ya en el edén de los tontos (no en el limbo; no es necesario: el cielo normal ya resulta bastante estúpido). Sin dolor, sin apetitos ni ambiciones. Sin recompensas. Me viene a la cabeza la absurda historia de la escalera de Jacob (Gn 28, 19-20). Jacob, cuando va recorriendo por motivos que no vienen al caso los solares de Cisjordania, recuesta la cabeza sobre una piedra, (?) se duerme (?!) y sueña con una escala por la que suben y bajan sin ton ni son unos angelitos. Un paraíso bobo. Habitado por gente como yo. Saco mucho el Genésis. Cualquiera diría que estoy leyendo la Biblia y no paso del principio. No es verdad. Pero lo parece.








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