martes, 4 de junio de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Las edades de la arena



4 de junio de 2013



Veintipico grados. Solecito. Velocidad media del viento: poca o ninguna. Bolas de polen e insectos consumidos: ciento cincuenta gramos. Paisanas enjutas que se ponen en el medio de cruces o vías: muchas. Circunscritas a las aceras de los supermercados durante el invierno, pululan y entorpecen entradas, salidas y pasarelas de todas partes durante el verano. El amoniaco que parece constituir su sistema sanguíneo (y la base de su dieta) debe de hacerles creer que son invulnerables al impacto con un sudoroso fulano de noventa kilos (siempre peso noventa kilos; igual los números de la báscula son una calcomanía) vestido enteramente de negro, cara de mal humor y una velocidad de crucero suficiente como para hacerlas volar (a ellas y a su puto cigarrillo Fortuna) hasta el segundo carril de la Carretera de Valladolid. ¿¡¡Es que no me ve, señora?!!


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