domingo, 17 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. La conciencia de Zeno



17 de febrero de 2013

La carne está pronta pero el espíritu es una birria. Hablábamos ayer del locus de control interno y del locus de control externo. Sí, hombre: lo de la foto de los monos. El locus de control es el grado en que un sujeto percibe los eventos. Si uno posee un gran locus de control interno cree (cree, percibe… así todo) que controla sus actos y valora el esfuerzo y la responsabilidad y la disciplina. Si uno, por el contrario, posee un locus de control externo, percibe (o cree) que las cosas ocurren por azar, la propia suerte estaría en manos de otros y el mérito o la responsabilidad recaerían o serían debidos a fuerzas exteriores.

Es muy fácil de entender: tan chalado está el individuo que piensa (o se traga) que puede conseguir todo lo que desee sólo con su voluntad o pidiéndose cosas como el que mantiene o sospecha que es un juguete del destino y que los hechos siempre son culpa de los demás o de las circunstancias. Como en el caso del pH del terreno, la salud mental está en un término medio entre la acidez y la basicidad.

¿A cuento de qué viene esto?: después del último día noto molestias en una rodilla así que atasco (o es atascada) mi depuración. Por prudencia. Mi locus de control externo le echa la culpa a la puta rodilla. Mi locus de control interno, que cree (o percibe) que la fase depurativa se ha terminado, marcha de vacaciones y empiezo a hacer el idiota como si no hubiera un mañana. Hoy, después de seis días, mi locus de control interno vuelve de Hawái, resacoso y macilento, y salgo a correr. Está jarreando y no paso del portal. Mi locus de control externo me mira con aire de suficiencia. Esto ya le pasaba a Lope, que tenía los locus regular:

Cuántas veces el ángel me decía:

Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía.

¡Y cuántas, hermosura soberana:

Mañana le abriremos -respondía-
Para lo mismo responder mañana!
A él le atormentaba Jesús y la fe y tal. A mí, las zapatillas con refuerzos. De mañana no pasa.



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